Home Forums Semana 3: ¿Qué es una lectura cuir? Metodologías Los Monstruos Somos Nosotres

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    José E. Valdivia
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    [E]n la escritura de Piñera, la lucha entre el interior y el exterior genera la subjetividad. Esto es, la yuxtaposición de fuerzas opuestas que ofrece, respectivamente, la protección o la expansión, se articula en términos de los límites de un cuerpo individual de manera tal que tanto la identidad nacional como la subjetividad se construyen a través de un conflicto sostenido entre lo interno y lo externo.
    — “Los límites de la carne: los cuerpos asediados de Virgilio Piñera,” Dara E. Goldman

    La subjetividad, construcciones del ‘uno’ y el ‘otro’ como conceptos dinámicos y dependiente entre sí, se estudia en varias disciplinas académicas, incluyendo la filosofía, la psicología y el psicoanálisis, los estudios literarios, y de más importancia para mí, en los estudios LGBTQ+ y queer/cuir. Les lectores y críticos más recientes de nuestro autor cubano, Virgilio Piñera, leen su obras en términos de contextos socio-políticos y sus discursos sobre la subjetividad en grande—pocos leen sus obras con metodologías cuir, y esto viene en parte, porque Piñera no trataba tan explícitamente la sexualidad y el género en sus obras a pesar de ser un hombre homosexual. Quiero tomar seriamente lo que nos cuenta la teórica literaria Dara Goldman sobre la lucha entre lo interno y lo externo como el producto de la subjetividad. Quiero poner en conversación la lectura queer-feminista de Judith Butler en su libro Bodies that Matter con el cuento de Virgilio Piñera, “La Carne” de su colleción Cuentos Fríos. Quiero hablar de cómo el discurso entre lo interior y exterior se materializa en los cuerpos de “La Carne.”

    El cuento de Piñera empieza con una oración sucinta que nos presenta una problemática: “Sucedió con gran sencillez, sin afectación” (15). Nuestro narrador elabora que toda la carne se ha acabado y la gente del pueblo ha tenido que limitar su consumo a “los más variados vegetales” (15). Uno de les poblanes, según más listo que los demás, decide cortarse la nalga para comerse su propia carne, y con eso empieza una cadena, un proceso diremos, de auto-canibalismo colectivo. Hay protestas tras protestas para hacer fin con el canibalismo, pero todo es en vano, ya que lentamente el pueblo se consume hasta no existir. El estado, en este caso ‘el Alcalde’ como autoridad central, no deja cuestionar la eficacia del autoconsumo porque todos tienen qué comer—ya que todes podrían sustenerse con los vegetales. Enfoquémonos en las actitudes del pueblo y la actitud del narrador frente esta situación grotesca. Mientras algunos activamente protestan, no es lo suficiente porque nos cuenta el narrador que “como siempre sucede, las protestas no pasaron de meras amenazas” (15). El narrador también cuestiona un poco al fin lo absurdo del auto-canibalismo frente a la desaparición del pueblo, pero a la misma vez mira a los actos grotescos y es atraído por el “glorioso espectáculo” (15). Lo monstruoso del autocanibalismo atrae y repulsa a la vez, da asco y da espectáculo, ya que en el fin los monstruos que creamos vienen desde el interior.

    El cuento es demasiado absurdo y un poco perturbador en su descripción de canibalismo. Piñera se empodera de lo abyecto y lo monstruoso para enseñaros la ridiculez de los binarios construidos por la sociedad. En describir como los cuerpos son marcados por el sexo y como el sexo se construye en grande, Butler nos cuenta que hay un “regulatory ideal” que crea los límites y las fronteras de los cuerpos que valen. En otras palabras, el ideal sirve para definir un ‘otro’—lo abyecto, lo monstruoso, lo cuir—que en sí sirve para definir el ‘uno.’ Este ideal regulador es dinámico e historicamente contingente, ya que estas ideas alrededor de lo que es un sexo y lo que no es, son legimitazdos por su perpetua reiteración—y no por su existencia objetiva. Estos ideales no necesariamente tienen un precedente corpóreo y no necesitan tener sentido porque al repetirse se materializan. Al crear un ideal, al limitar y definir el sexo, se crea una categoría de lo abyecto, o en las palabras de Butler, “[the] unlivable and [the] uninjabitable zones of social life.” La gente cuir, trans, homosexual, LGBTQ+, etc. pueden caer en esta zona de lo abyecto, y sirven para definir lo opuesto, lo otro, lo no-heternormativo. En esta paradoja, lo cisheteronormativo se define contra lo cuir, en el mismo modo que los estudios cuir se definen opuestos a lo “normal.”

    Ahora, ¿cómo puede esta discusión tan teórica enredarse con algo tan material y visceral como el cuento de Piñera? Él nos ofrece una discusión sobre la subjetividad y los binarios en grande usando el cuerpo humano como su vehículo. Quiero decir, la dinámica entre el “uno” y el “otro” que típicamente se discute en términos grandes, se reduce a una batalla entre lo interno y lo externo dentro del cuerpo humano, dentro de un ‘yo’ que es ‘otro’ a la misma vez. Si Butler nos filosofa que el “yo” se construye opuesto a lo “otro” (la heterosexualidad como la norma regulativa, y lo cuir como lo abyecto), Piñera nos lo materializa en los cuerpos de “La Carne.” Lo abyecto no solamente es una función del ideal regulatorio, sino que se manifiesta al nivel individual, ya que los monstruos son los mismos poblanos que se autodestruyen para satisfacer su deseo para la carne. La batalla está en el cuerpo—la lucha entre sobrevivir y morir, donde en el fin no hay solución porque la sustancia mata. Los poblanos están atrapados en este ciclo de comerse, y esta forma de mantenerse se legitima por parte de las autoridades: “Un distinguido anatómico predijo que… un individuo podía comer carne durante ciento cuarenta días a razón de media libra por día… era un cálculo ilusorio. Lo que importaba era que cada uno pudiese ingerir su hermoso filete” (16). La autoridad legitimó el auto-canibalismo como un sistema eficaz, y por reiteración la gente sigue. Como discute Butler sobre la reiteración de un cuerpo sexado como un ideal regulatorio, “if ‘sex’ is assumed in the same way that a law is cited… then ‘the law of sex’ is repeatedly fortified and idealized as the law only to the extent that it is reiterated as the law” (14). Aquí la ley se construye al reiterarse, y solo existe la ley si la siguen. En el mismo modo, el “anatómico” que promueve el canibalismo (aunque fuera “un cálculo ilusorio”) genera la idea de consumirse con el poder de la ley y su autoridad. No hay referencia anterior, pero el acto de naturalizar y reiterar le da forma en sociedad. Como los cuerpos sexuados por un ideal regulatorio, la gente del pueblo se regula tras el modelo inventado, modelo construido pero que sin embargo se materializa en el cuerpo humano.

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