Home Forums Semana 3: ¿Qué es una lectura cuir? Metodologías “La Cara” como una Lectura “Queer”

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    La historia “La Cara” de Virgilio Piñera puede ser interpretada como una lectura cuir en la manera como ocurre la relación entre el narrador y la persona que no puede mostrar su cara Después de comunicarse por teléfono por mucho tiempo sin ver la cara, el narrador casi tiene hambre por ver la cara del hombre con quien está hablando. Pero al mismo tiempo, el narrador sabe que si ve la cara del hombre con quien está hablando, se termina su relación. Esta paradoja que tiene el narrador es tan intensa y emocionante, que en mi opinión l@s lector(a)s también la sienten mientras leen.

    La lectura de Rebekah Sheldon, “Reading for Transgression: Queering Genres” describe cómo los monstruos pueden ser leídos como cuir, específicamente enfocandose en el vampiro. Sheldon habla del vampiro como una figura que cruza e invierte fronteras en cómo pueden cambiar lo que es familiar. En otras palabras, los vampiros son seductores y también cambian las personas humanas a su forma. Los vampiros también no quedan muy bien dentro de los binarios, cómo no son muertos ni vivos, animales ni humanos, y más. (177). El vampiro vive en las paradojas. Además, Sheldon dice que esta atracción peligrosa se extiende a l@s lector(a)s qué sienten ansiedad o por a leer más del monstruo. Este “consumo perverso” reduce la distancia entre el monstruo y el lector(a), en cambio creando otro monstruo del otro lado de la página (177). Está práctica de eliminar la distancia entre personaje y lector(a), de eliminar los binarios y lo natural, es una práctica cuir de lo literario.

    Entonces, yo sostengo que La Cara puede ser una lectura cuir en cómo reduce la distancia entre personajes monstruosos y sus lector(a)s. El narrador casi no puede resistir al hombre del teléfono, sabiendo si él ve su cara no pueden estar juntos, pero también no queriendo perder esta relación. Sabiendo esta tentación fatal, l@s lector(a) empiezan también a tener ansias de ver al hombre del teléfono, y están atraídos a la paradoja del narrador en la misma manera de cómo lo hacen los vampiros literarios. Durante la historia, el “otro” está posicionado como una figura tentadora. Y al final, el narrador decide estar con él de una manera extrema que no puede invertir: se quitan los ojos para continuar conociendo al hombre del teléfono sin tentaciones de verlo. El narrador escoge también ser “el otro”. Entonces, ¿dónde queda l@s lector(a)s?

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